Isla de Jorganes

La Voz de Galicia se hizo eco ayer de una noticia, que yo ya había conocido por motivos laborales antesdeayer. Hoy también en El Correo Gallego se hacen eco de la misma noticia.

A mí me ha tocado muy de cerca y me ha conmocionado.

Un tripulante del buque Wisteria, atracado en el puerto de Ribeira para descargar 3000 TM de atún congelado, ha denunciado a su capitán por haber arrojado por la borda a cuatro polizones que posiblemente embarcaron en el puerto de Dakar (Senegal).

De momento, esos son los hechos, y en tanto no se demuestre lo contrario, nadie es culpable de nada, aunque al parecer, ya son varios los tripulantes que han ratificado la versión del primer denunciante.

Y si lo denunciado fuera cierto...

Es muy grave. Los polizones habrían sido asesinados sin ningún escrúpulo, o casi. Se les proporcionó como único medio de supervivencia una pequeña balsa en la que apenas se podría mantener una sola persona, y además sin estar adecuada para la supervivencia. Sin agua, sin abrigo, poco podrían resistir. Era una ruleta rusa en la que había mil, un millón de balas y solo un espacio en la recámara sin bala.

Lo primero que me viene a la cabeza es ¿qué mueve a un ser humano a matar a cuatro congéneres? Y no me lo explico. En primer lugar no se trataba de seres humanos, y además tampoco consideraban a los senegaleses como seres humanos.

He pensado que quizás el capitán fuera un psicópata, pero tuvo que contar con la ayuda de otros psicópatas para arrojar a los polizones por la borda. Y esto parece improbable.

Y me inclino por pensar que todos somos culpables. Es culpable el capitán que los arrojó por la borda, somos culpables los consignatarios de buques que nos limitamos a exponer cuáles son los requisitos que exigen las autoridades ante la llegada de un polizón. Son culpables las Autoridades Marítimas españolas, que se limitan a exigir (o recomendar bajo pena de fuertes multas) que se pongan vigilantes jurados para los polizones durante toda la estancia del buque en puerto. Son culpables los responsables de inmigración que hacen lo posible por “cumplir la ley” pero asegurándose que ese “cumplimento de la ley” no sea oneroso para los intereses del Gobierno. Y el abogado de oficio que visita a los polizones a bordo y “cumple” con su trabajo. Y los armadores de los buques, que “aconsejan” que se cumpla la ley, pero sin que le cueste un duro a la naviera, y ponen toda la presión para que se “resuelvan” los problemas discretamente. Y posiblemente sea también culpable el nuevo Código adoptado por la Organización Marítima Internacional para prevenir actos ilícitos en los buques, que en lugar de prevenir nada, carga a los tripulantes con muchas más responsabilidades y un montón de burocracia.

Todos culpables, por cerrar los ojos a un problema de dos mundos separados por unas pocas millas de mar, pero muy alejados en la realidad.

Por eso, sirva este comentario de homenaje a todos aquellos que –eslabones necesarios para el funcionamiento de las injusticias– saben romper con la cadena que les ata al sistema, a su empresa, a su sociedad, y se levantan para denunciar lo que ven, aunque en ello les vaya el puesto de trabajo o quizás su propia subsistencia.

En verdad, si lo que denuncia el tripulante chino del Wisteria es cierto, ha sido muy valiente. ¡Ojala, todos sepamos ser Zolas poniendo el dedo en la yaga de todos los casos Dreyfus que conozcamos!