sábado, novembro 13, 2004
Prestige
Hoy se cumplen dos años del accidente del «Prestige». Es una fecha que no olvidaré nunca, porque hoy es el cumpleaños de Javier. Tampoco olvidaré que el día de su santo —el seis de diciembre— el chapapote llegaba a la Ría de Arousa, y me decía «Papá ¿estaré gafado?».
En estos dos años se han hecho muchas cosas, unas mal y otras bien. Los mayores despropósitos se produjeron entre el accidente y el hundimiento del barco. Los hechos son bastante conocidos, pero merece la pena echar un vistazo al artículo «Con toda la mar por detrás» de «Las Historietas de Batracius», pues está muy bien contado y documentado.
Alejar los problemas no es la solución a los mismos. Tampoco creo yo —ni la Asociación de Controladores de Tráfico Marítimo— que alejar el dispositivo de Control de Tráfico de Finisterre sea bueno para evitar este tipo de accidentes.
El proceso judicial para determinar las responsabilidades sigue abierto, y el Capitán Magouras con 70 años —a pesar de las peticiones que se han hecho para flexibilizar su situación— sigue el libertad condicional.
Todavía no están claras cuales han sido las consecuencias ecológicas de la catástrofe, pero a finales del 2002, nadie pensaba que el aspecto de las playas gallegas fuera a ser el que tenemos hoy, o que los recursos pesqueros se pudieran recuperar tan rápidamente.
El gobierno, sacó ayer un resumen de la situación. Se nos anuncia la adquisición de tres aviones CASA de ala fija CN235 dotados de sensores de reconocimiento, para la búsqueda y la detección de la contaminación. Ya iba siendo hora, pues la contaminación intencionada sigue siendo mayor que la accidental, y tendríamos que tomar medidas para atajarla como están haciendo nuestros vecinos franceses.
Hoy, los responsables del Prestige somos todos. Yo, ciudadano de a pie; usted, ecologista combativo; o él, concejal del ayuntamiento. Porque ¿estamos dispuesto a que nos traigan otro «Prestige» a un lugar de refugio próximo a la playa en la que tomamos el sol todos los veranos?
Hoy se cumplen dos años del accidente del «Prestige». Es una fecha que no olvidaré nunca, porque hoy es el cumpleaños de Javier. Tampoco olvidaré que el día de su santo —el seis de diciembre— el chapapote llegaba a la Ría de Arousa, y me decía «Papá ¿estaré gafado?».
En estos dos años se han hecho muchas cosas, unas mal y otras bien. Los mayores despropósitos se produjeron entre el accidente y el hundimiento del barco. Los hechos son bastante conocidos, pero merece la pena echar un vistazo al artículo «Con toda la mar por detrás» de «Las Historietas de Batracius», pues está muy bien contado y documentado.
Alejar los problemas no es la solución a los mismos. Tampoco creo yo —ni la Asociación de Controladores de Tráfico Marítimo— que alejar el dispositivo de Control de Tráfico de Finisterre sea bueno para evitar este tipo de accidentes.
El proceso judicial para determinar las responsabilidades sigue abierto, y el Capitán Magouras con 70 años —a pesar de las peticiones que se han hecho para flexibilizar su situación— sigue el libertad condicional.
Todavía no están claras cuales han sido las consecuencias ecológicas de la catástrofe, pero a finales del 2002, nadie pensaba que el aspecto de las playas gallegas fuera a ser el que tenemos hoy, o que los recursos pesqueros se pudieran recuperar tan rápidamente.
El gobierno, sacó ayer un resumen de la situación. Se nos anuncia la adquisición de tres aviones CASA de ala fija CN235 dotados de sensores de reconocimiento, para la búsqueda y la detección de la contaminación. Ya iba siendo hora, pues la contaminación intencionada sigue siendo mayor que la accidental, y tendríamos que tomar medidas para atajarla como están haciendo nuestros vecinos franceses.
Hoy, los responsables del Prestige somos todos. Yo, ciudadano de a pie; usted, ecologista combativo; o él, concejal del ayuntamiento. Porque ¿estamos dispuesto a que nos traigan otro «Prestige» a un lugar de refugio próximo a la playa en la que tomamos el sol todos los veranos?
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